Y llegaba la hora, el 11 de junio del 2006 nos tocaba enfrentarnos ante el seleccionado Iraní en la décimo octava edición del mundial en Alemania y un 3 por 1 a nuestro favor no nos tomo por sorpresa. Nuestro grupo, el D, estaba relativamente fácil, solo Portugal sería el gran desafío. Yo me encontraba en donde no quería, una vez más; Argentina simplemente no es mi país favorito y mis peleas con los locales por el fútbol tienen mucho que ver. 5 días después, me encontraba rodeado de mi familia en el famoso recinto futbolero “Locos por el futbol”, en medio de la Recoleta capitalina, veía atónita después de 90 minutos y con un hombre de más, como nuestro adorado Tricolor no paso del cero a cero ante Angola y eso si que fue sorpresivo, solo quería ocultarme bajo la mesa antes de que empezaran a molestarme.

Sin más que decir 4 años de espera pasaron y por fin un nuevo mundial, lo único que no me emocionaba era saber con casi certeza que el TRI una vez podía encontrarse ante los chés en octavos y lo demás ya lo saben. Sin embargo, antes de la repetida desgracia, disfrute del histórico triunfo ante unos decadentes franceses saliendo a las calles de la zona poniente de la capital a festejar, que mejor que dos goles de los emblemas de nuestro fútbol “Chicharito” y Blanco; se sentía que el mundial estaba presente, me doy cuenta cuando absolutamente todos se reúnen frente a un televisor. El empate ante los anfitriones era de cierta manera esperado o quizá comprendido, pero que mejor que vivirlo de cerca y así en primera fila del Estadio Royal de Rustenburgo, Sudáfrica, canté sin parar, grité ya saben que al guardameta uruguayo Fernando Muslera y más aún al héroe uruguayo Suárez, cuando nos metió el gol que marcó nuestro destino. A pesar de perder, la afición que iba apoyando al Tricolor no dejó de cantar dentro y fuera del estadio el ya famoso “Cielito lindo”. Para los octavos decidí no acudir al Soccer City a torturarme. Ustedes disculparán mis cortas esperanzas, pero la situación iba más allá de lo que podía manejar, rodeada de uruguayos que apoyaban a nuestro país, vi en algún rincón de Durban como volvía a suceder pero más trágicamente si era eso posible, México no dio para nada y ni el gol del Chicharito al 71’ me iluminó.
A pesar de algunas decepciones, el verano casi termina y con un paso casi perfecto debemos seguir disfrutando y no olvidando que ganamos una Copa (la de nuestra zona) ¡y un mundial en nuestro propio país! Pero esa.. merece ser otra historia.
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