lunes, 15 de agosto de 2011

MIS VERANOS VERDES


Y llegaba la hora, el 11 de junio del 2006 nos tocaba enfrentarnos ante el seleccionado Iraní en la décimo octava edición del mundial en Alemania y un 3 por 1 a nuestro favor no nos tomo por sorpresa. Nuestro grupo, el D, estaba relativamente fácil, solo Portugal sería el gran desafío. Yo me encontraba en donde no quería, una vez más; Argentina simplemente no es mi país favorito y mis peleas con los locales por el fútbol tienen mucho que ver. 5 días después, me encontraba rodeado de mi familia en el famoso recinto futbolero “Locos por el futbol”, en medio de la Recoleta capitalina, veía atónita después de 90 minutos y con un hombre de más, como nuestro adorado Tricolor no paso del cero a cero ante Angola y eso si que fue sorpresivo, solo quería ocultarme bajo la mesa antes de que empezaran a molestarme.

Unos días después y afortunadamente para mi salud mental, estaba de regreso en nuestras tierras mexicanas lista para ver tranquilamente el partido de octavos ante los que para mi desgraciada suerte eran los argentinos. ¡Y sí! Que suerte que estaba acá, porque no pare de llorar al ver como el golazo de Maxi Rodríguez al minuto 98 nos dejaba por pocos minutos sin la oportunidad de seguir luchando por el pase a cuartos de final tras 20 años de sequía. Justo cuando podía presumir de lo lindo que jugaron nuestros seleccionados, de lo emocionante que había sido gritar gol al minuto 6 con Rafa. La verdad es que si me ardí, pero la emoción de mi primer mochilazo a mi primer mundial en mi corta vida ponía el panorama mejor. Ya en Berlín un par de encuentros con un par de argentinos, no me hizo olvidar porque eran personas non gratas para mí; presumían desde el fondo de su corazón ser superiores a nosotros en todos los sentidos y que por eso estaban donde estaban, como reí y lloré pero de felicidad con su eliminación.

Sin más que decir 4 años de espera pasaron y por fin un nuevo mundial, lo único que no me emocionaba era saber con casi certeza que el TRI una vez podía encontrarse ante los chés en octavos y lo demás ya lo saben. Sin embargo, antes de la repetida desgracia, disfrute del histórico triunfo ante unos decadentes franceses saliendo a las calles de la zona poniente de la capital a festejar, que mejor que dos goles de los emblemas de nuestro fútbol “Chicharito” y Blanco; se sentía que el mundial estaba presente, me doy cuenta cuando absolutamente todos se reúnen frente a un televisor. El empate ante los anfitriones era de cierta manera esperado o quizá comprendido, pero que mejor que vivirlo de cerca y así en primera fila del Estadio Royal de Rustenburgo, Sudáfrica, canté sin parar, grité ya saben que al guardameta uruguayo Fernando Muslera y más aún al héroe uruguayo Suárez, cuando nos metió el gol que marcó nuestro destino. A pesar de perder, la afición que iba apoyando al Tricolor no dejó de cantar dentro y fuera del estadio el ya famoso “Cielito lindo”. Para los octavos decidí no acudir al Soccer City a torturarme. Ustedes disculparán mis cortas esperanzas, pero la situación iba más allá de lo que podía manejar, rodeada de uruguayos que apoyaban a nuestro país, vi en algún rincón de Durban como volvía a suceder pero más trágicamente si era eso posible, México no dio para nada y ni el gol del Chicharito al 71’ me iluminó.

A pesar de algunas decepciones, el verano casi termina y con un paso casi perfecto debemos seguir disfrutando y no olvidando que ganamos una Copa (la de nuestra zona) ¡y un mundial en nuestro propio país! Pero esa.. merece ser otra historia. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario